¿Cómo fue el encuentro entre Odiseo y Laertes?

¿Cómo fue el encuentro entre Odiseo y Laertes?

Quién es Laertes en la Odisea

Laertes se mantiene alejado de la casa de Odiseo mientras éste no está. Se mantiene aislado en su granja, abrumado por el dolor de la ausencia de Odiseo y solo después de que su esposa, Anticleia, muriera de dolor. Odiseo acude finalmente a ver a Laertes después de haber matado a todos los pretendientes que competían por Penélope. Encuentra a su padre escarbando una planta, con un aspecto viejo y cansado y lleno de tristeza. Odiseo se guarda su identidad al principio, identificándose sólo como Quarrelman, único hijo del rey Allwoes (en la traducción de Homero de Fitzgerald),[9] pero cuando ve lo decepcionado que está Laertes al saber que este “extraño” no tiene noticias de su hijo, Odiseo se revela, y demuestra su identidad recitando todos los árboles que recibió de Laertes cuando era un niño. Este énfasis en la propia tierra de Ítaca quizá signifique que Odiseo se ha reencontrado finalmente con su tierra natal, y que su viaje ha terminado[10].

Laertes había entrenado a Odiseo en la agricultura. Tras su reencuentro, los dos se dirigen a la casa de Odiseo para defenderse de las familias de los pretendientes muertos. Atenea infunde vigor a Laertes para que pueda ayudar a Odiseo. Mata a Eupeithes, padre de Antinoo[11]. Después de tres años del regreso de Odiseo, Laertes acaba con su vida[12].

El arco de Odiseo

El último libro se abre con Hermes, el guía tradicional, conduciendo las almas de los pretendientes muertos al País de los Muertos (comúnmente llamado Hades). Estas almas pasan por héroes griegos como Aquiles y Agamenón. Uno de los pretendientes recita la historia del cortejo de Penélope, su resistencia a los pretendientes y la venganza de Odiseo.

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De vuelta a Ítaca, Odiseo llega a la granja de su padre y se acerca a Laertes, que parece y actúa más como un esclavo que como un antiguo rey. Tras identificarse, Odiseo se une a Laertes, Telémaco y los dos fieles pastores para una comida de bienvenida.

Mientras tanto, el rumor de la matanza se ha extendido por la ciudad, y Eupithes, padre de Antinoo (el agresivo líder de los pretendientes), pide venganza. Más de la mitad de los hombres siguen a Eupithes a la granja de Laertes, buscando a Odiseo y la venganza. Sólo la intervención de Atenea, que vuelve a aparecer como Mentor, evita otra gran batalla y quizás la guerra civil.

Desde la época clásica, la legitimidad de esta sección final ha sido controvertida. Algunos estudiosos sostienen que la escribió un poeta posterior e inferior. Sugieren que la epopeya debería terminar cuando Odiseo y Penélope se reúnen. (Para un análisis exhaustivo de la cuestión, véase Fagles y Knox, pp. 59-64.) Sin embargo, el consenso de la opinión es que el último libro sí tiene cabida. En él se atan al menos tres cabos sueltos.

Quién es Eupeithes en la Odisea

Los griegos creían que la Odisea fue compuesta por Homero. En nuestra ignorancia sobre el hombre, su vida y su obra, somos libres de creerlo o no. La opinión recibida lo data entre el 750 y el 700 a.C. y lo sitúa en Jonia, la costa y las islas habitadas por los griegos frente al centro de Turquía occidental. Los griegos creían que el mismo hombre compuso la Ilíada.

E. V. Rieu, editor de los Penguin Classics de 1944 a 1964, fue alumno de la St Paul’s School y del Balliol College de Oxford. Se incorporó a Methuen en 1923 y fue director general de 1933 a 1936, y luego consejero académico y literario. Fue presidente de la Virgil Society en 1951 y vicepresidente de la Royal Society of Literature en 1958. La Universidad de Leeds le concedió el doctorado honorario en 1949 y el CBE en 1953. Entre sus publicaciones destacan The Flattered Flying Fish and Other Poems, y las traducciones de la Odisea, la Ilíada, los Poemas Pastorales de Virgilio, el Viaje de Argo, de Apolonio de Rodas y Los Cuatro Evangelios en los Penguin Classics. Murió en 1972.

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Mientras tanto, Hermes de Cyllenia convocaba a los fantasmas de los pretendientes. En sus manos tenía su hermosa varita de oro con la que puede adormecer los párpados de los hombres o despertarlos del sueño: y con esta varita llamaba a los fantasmas y los guiaba, y ellos le seguían farfullando. Como los murciélagos que revolotean y farfullan en las profundidades de una cueva espeluznante, después de que uno cae del racimo colgante donde se aferran a la roca y a los demás, así fueron farfullando detrás de Hermes el Ayudante, por el húmedo camino. Pasando el arroyo del Océano, y la Roca Blanca, pasando las Puertas del Sol y el lugar de los sueños, pronto llegaron a los prados de asfódelos donde moran los fantasmas, los fantasmas de los hombres cuyo trabajo está hecho.

Y el fantasma del hijo de Atreo contestó: “El divino Aquiles, hijo de Peleo, feliz de haber muerto lejos de Argos, en Troya, donde a tu alrededor murieron aquellos otros, los mejores troyanos y aqueos, luchando por tu cadáver, mientras tú, con toda tu grandeza, yacías allí en el polvo, olvidada tu destreza como jinete. Durante todo el día luchamos, y no habríamos cesado, si Zeus no nos hubiera detenido con una poderosa tormenta. Cuando te sacamos de las filas y te llevamos a las naves, te pusimos en un féretro y bañamos tu carne con agua caliente y ungüentos. Muchas fueron las lágrimas calientes que los danaos derramaron sobre ti, muchos los mechones de tu pelo que cortaron.

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