Carlos iv de España

Quizá no haya existido una casa real tan poderosa como la Casa de Habsburgo (también llamada Casa de Austria). Esta familia proporcionó reyes que reinaron sobre vastos territorios que incluían Bohemia, Hungría, Portugal, Croacia, Alemania, España y, por supuesto, Austria. En el reinado de Carlos V en el siglo XVI, con reinos y colonias europeas que se extendían hasta las Américas, se decía que el suyo era “el imperio en el que nunca se pone el sol”.

La España de los Habsburgo se disolvió el 1 de noviembre de 1700, tras la muerte de su último, y probablemente el más infame, gobernante de todos: Carlos II de España. Aunque a este rey se le concedió el derecho de dirigir un reino grande y poderoso, se le recuerda como un gobernante enfermizo, gracias a sus numerosas discapacidades de salud y a su escaso intelecto.

Las investigaciones modernas no han hecho más que confirmar lo que ya se suponía en el pasado, que tanto su condición mental como física se debían en gran medida al amplio historial de endogamia que su familia real practicó durante décadas, si no siglos, antes de su nacimiento. La familia Habsburgo era famosa por los primos que se casaban entre sí.

La mandíbula de los Habsburgo

Además de las sesiones de pósters, en las que se presentaron investigaciones sobre la historia de nuestro campo, el sábado 21 de marzo tuvo lugar una sesión especial de “Cuentos urológicos hispanos” en profundidad. Se presentaron tres ponencias en el espacio de una hora, cada una de ellas destacando un tema urológico nacional diferente.

El Prof. Remigio Vela Navarrete (ES) analizó el descubrimiento y la propagación de la sífilis en el Nuevo Mundo y en Europa a principios del siglo XVI. El Prof. Schultheiss (DE), Presidente de la Oficina de Historia de la EAU, habló de la hipersexualidad que se manifiesta en las obras de Pablo Picasso. Lo que surgió fue una perspectiva cambiante del artista; de participante en escenas eróticas a ser un espectador en sus últimos años.

Quizás fue la presentación del profesor Philip Van Kerrebroeck (NL) la que más llamó la atención del público. Encargado de hablar sobre los “problemas urológicos en la realeza española”, Van Kerrebroeck comenzó con cierta inquietud en una sala llena de españoles con mentalidad histórica.

Comenzó con una exposición general sobre algunas de las dinastías españolas de la Edad Media, pero pronto se centró en el extraordinario caso de Carlos II, el último rey de los Habsburgo sin heredero. Fruto de varias generaciones de endogamia real, Carlos II ya nació con varias dificultades. Durante su infancia fue extremadamente frágil y con problemas de desarrollo. Intelectualmente atrofiado, sus treinta años de gobierno fueron ineficaces y estuvieron dominados por la ausencia de herederos.

La mandíbula de los Habsburgo en la actualidad

Carlos II, hijo de Felipe IV de España y su segunda esposa, Mariana de Austria, nació en Madrid el 6 de noviembre de 1661. A la muerte de su padre, en 1665, Mariana se convirtió en reina regente, y hasta su muerte, en 1696, Carlos estuvo casi completamente bajo su control. Era un enclenque raquítico, feo y débil mental que a los 6 años apenas podía mantenerse en pie y no podía caminar. Su educación fue muy pobre; a los 14 años sólo sabía leer con gran dificultad. Durante toda su vida fue un hombre ignorante y enfermizo.

En 1675 el joven Carlos, de 14 años, fue coronado oficialmente rey de España. Para su país fueron años de agonía. La economía estaba estancada, había hambre en la tierra y el poder de la monarquía sobre las distintas provincias españolas era extremadamente débil. En asuntos exteriores, España sufría una derrota tras otra; en 1697 los ejércitos franceses ocuparían fácilmente Cataluña, una de las provincias españolas más importantes.

Carlos reinaba pero no gobernaba. El poder efectivo era ejercido por la incapaz Mariana o por poderosos nobles como el conde de Oropesa, que posteriormente fue primer ministro de 1685 a 1691. En 1680 Carlos se casó con la bella princesa francesa María Luisa, pero ésta murió sin hijos en 1689. Entonces se casó con María Ana de Neuburgo, que se convirtió en la influencia dominante en su vida tras la muerte de su madre.

Margarita de Austria reina de España

La precaria situación de los Habsburgo españoles, al borde de la extinción por falta de herederos varones, se manifestó en los rumores de que el hijo marcado tan desastrosamente por las consecuencias de la endogamia masiva era en realidad una hija que había sido presentada al mundo como varón por el pánico a que la dinastía llegara a su fin.

El príncipe era un espectáculo lamentable, y su débil salud hizo temer a la familia por su vida. Carlos estaba aquejado de una fealdad casi extraña; en él la clásica fisionomía de los Habsburgo -una mandíbula prognata y un cráneo alargado- se exageraba hasta un grado casi caricaturesco.

En las creencias supersticiosas de la época, su lamentable estado y su deformidad física fueron interpretados por algunos como prueba de embrujo. Los intentos fallidos de curarlo por parte de sus médicos se acompañaron de prácticas ocultas y exorcismos realizados por sacerdotes.

Dada su debilidad (padecía un defecto cardíaco congénito), el príncipe fue tratado con extremo cuidado cuando era niño. No aprendió a leer y escribir hasta una edad relativamente tardía y fue excluido de cualquier tipo de aprendizaje superior, con el resultado de que, como adulto, fue mantenido alejado de los asuntos del gobierno. Su comportamiento estaba marcado por la imbecilidad y el infantilismo; por ejemplo, le encantaba contar cosas, actividad de la que obtenía gran placer y tranquilidad.