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creación y configuración del Estado alemán moderno como ministro presidente prusiano y canciller imperial desde 1862 hasta 1890. Sus actividades y actitudes como diputado parlamentario durante la revolución de 1848 se consideran generalmente como meros preludios de una carrera eminente. Sin embargo, no cabe duda de que las experiencias de ese periodo contribuyeron a moldear las ideas y ambiciones políticas de este joven de treinta y tres años. Las más significativas pueden resumirse en tres apartados: (1) su orientación ideológica general
Bismarck había entrado en política en 1847 como defensor ultraconservador de los intereses de los Junkers. Cuando las revoluciones recorrieron Europa y llegaron a Berlín al año siguiente, su primer impulso fue armar a los campesinos de su estado en defensa del rey y la patria. Pero dos semanas más tarde, en su primer discurso ante la Dieta Unida, señaló
el pasado está enterrado… ningún poder humano puede resucitarlo”. He aquí una clara expresión del “realismo político” con el que más tarde su nombre se convertiría en sinónimo y que le diferenciaba de sus amigos políticos del grupo reaccionario de Gerlach: mientras ellos tenían principios y tradición, Bismarck era pragmático. Lo que le importaba eran los intereses concretos y el poder para defenderlos o satisfacerlos.
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Otto von Bismarck (1 de abril de 1818-30 de julio de 1898), hijo de la aristocracia prusiana, unificó Alemania en la década de 1870. Y en realidad dominó los asuntos europeos durante décadas gracias a su brillante y despiadada aplicación de la realpolitik, un sistema de política basado en consideraciones prácticas, y no necesariamente morales.
Bismarck comenzó como un candidato improbable a la grandeza política. Nacido el 1 de abril de 1815, fue un niño rebelde que logró asistir a la universidad y convertirse en abogado a los 21 años. Sin embargo, de joven apenas tuvo éxito y era conocido por ser un bebedor empedernido sin un rumbo real en la vida.
A principios de los 30 años, sufrió una transformación en la que pasó de ser un ateo bastante declarado a ser bastante religioso. También se casó y se involucró en la política, llegando a ser miembro suplente del parlamento prusiano.
A lo largo de la década de 1850 y principios de la de 1860, pasó por varios puestos diplomáticos, sirviendo en San Petersburgo, Viena y París. Se hizo conocido por emitir agudos juicios sobre los líderes extranjeros con los que se encontraba.
Biografía de Otto von Bismarck (1815-1898) | بسمارک |
El estadista alemán Otto Eduard Leopold von Bismarck (1815-1898) fue el principal responsable de la creación del Imperio Alemán en 1871. Destacado diplomático de finales del siglo XIX, era conocido como el Canciller de Hierro.
En 1851 Federico Guillermo IV nombró a Bismarck representante de Prusia en la Dieta de Frankfurt de la Confederación Alemana. Obstaculizador ingenioso pero cauteloso de la presidencia de Austria, Bismarck describió la diplomacia de Fráncfort como un “espionaje mutuamente desagradable”. Sin embargo, se desempeñó lo suficientemente bien como para obtener el ascenso a puestos de embajador en Viena en 1854, en San Petersburgo en 1859 y en París en 1862. Era astuto en su juicio de los asuntos internacionales y a menudo ácido en sus comentarios sobre los líderes extranjeros; hablaba de Napoleón III como “una esfinge sin enigma”, del conde austriaco Rechberg como “la botellita de veneno” y del príncipe ruso Gorchakov como “el zorro con zapatos de madera”.
En 1862, el sucesor de Federico Guillermo, Guillermo I, se enfrentó a una crisis. Buscaba un ejército permanente más grande como base de la política exterior prusiana; pero no podía conseguir el apoyo parlamentario para este plan, y necesitaba un ministro-presidente fuerte que estuviera dispuesto a persistir contra las mayorías de la oposición. El ministro de la Guerra, Roon, persuadió al rey para que confiara el gobierno a Bismarck. Guillermo intentó condicionar el nombramiento del 22 de septiembre de 1862 mediante un acuerdo escrito que limitaba el papel del ministro principal en los asuntos exteriores, pero Bismarck hizo trizas fácilmente esta restricción.
Biografía en alemán de Otto von Bismarck subtítulos en español
Con el dominio prusiano logrado en 1871, Bismarck utilizó hábilmente la diplomacia de equilibrio de poder para mantener la posición de Alemania en una Europa pacífica. Para el historiador Eric Hobsbawm, Bismarck “siguió siendo el campeón mundial indiscutible en el juego del ajedrez diplomático multilateral durante casi veinte años después de 1871, [y] se dedicó exclusivamente, y con éxito, a mantener la paz entre las potencias”[1] Sin embargo, su anexión de Alsacia-Lorena dio nuevo aliento al nacionalismo francés y a la germanofobia[2] La diplomacia de la Realpolitik de Bismarck y su poderoso gobierno en casa le valieron el apodo de Canciller de Hierro. La unificación alemana y su rápido crecimiento económico fueron la base de su política exterior. No le gustaba el colonialismo, pero construyó a regañadientes un imperio de ultramar cuando lo exigieron tanto la élite como la opinión pública. Utilizó sus habilidades diplomáticas para mantener la posición de Alemania en una compleja serie de conferencias, negociaciones y alianzas.
Bismarck tenía un carácter fuerte, era franco y prepotente, pero también podía ser educado, encantador e ingenioso[4]. En ocasiones mostraba un temperamento violento -que a veces fingía para obtener los resultados que quería- y mantenía su poder amenazando melodramáticamente con dimitir una y otra vez, lo que acobardaba a Guillermo I. No sólo poseía una visión nacional e internacional a largo plazo, sino también la capacidad de hacer malabarismos a corto plazo con los complejos acontecimientos. Bismarck se convirtió en un héroe para los nacionalistas alemanes, que construyeron muchos monumentos en honor al fundador del nuevo Reich. Muchos historiadores lo elogian como un visionario que contribuyó a la unificación de Alemania y que, una vez conseguida, mantuvo la paz en Europa mediante una hábil diplomacia[5]. El historiador Robert K. Massie ha señalado que la imagen popular de Bismarck era la de un hombre “rudo” y “militarista”, mientras que en realidad “la herramienta de Bismarck era una diplomacia agresiva y despiadada”[6].