¿Quién es el Cid Campeador desde el punto de vista historico?

Historia del Cid Campeador

Comandante de los ejércitos de Castilla, Rodrigo pasó a dirigir las campañas del ejército castellano contra los hermanos del rey Sancho II, Alfonso VI de León y García II de Galicia, así como contra los reinos musulmanes de Al-Andalus. Se hizo famoso por su destreza militar en estas campañas, que contribuyeron a la expansión del territorio castellano a costa de los musulmanes y de los reinos de los hermanos de Sancho II. Cuando el rey fue sucedido por Alfonso, el Cid recibió la orden de exiliarse por el rencoroso nuevo rey[1].

El Cid encontró trabajo luchando para los gobernantes musulmanes de Zaragoza, a los que defendió de sus tradicionales enemigos, Aragón y Barcelona. En repetidas ocasiones salió victorioso de las batallas contra los gobernantes musulmanes de Lérida y sus aliados cristianos. En 1086, un ejército expedicionario de almorávides norteafricanos infligió una severa derrota a Castilla, lo que obligó al rey Alfonso a superar los resentimientos que albergaba contra el Cid y Rodrigo pronto se encontró luchando por su antiguo señor[1].

Sin embargo, durante los años siguientes, el Cid puso sus miras en el reino-ciudad de Valencia, operando más o menos independientemente de Alfonso y aumentando gradualmente su control sobre Valencia hasta establecerla como un principado independiente. Gobernó una sociedad plural con el apoyo popular de cristianos y musulmanes[1].

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Rodrigo Díaz de Vivar cabalgó por algo más que la estepa castellana, “polvo, sudor y hierro”. Fue la ciudad de Balansiya (actual Valencia), tomada por los almorávides tras un largo asedio, la que vio el momento cumbre de su “gloria”. Muchos años después de su muerte -que fue bastante más mundana que la representada en el cine por Charlton Heston-, vencedor en la última batalla tras morir, alcanzó la fama eterna con la más grande de las chansons de geste medievales: El Cantar del Mío Cid.

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La leyenda absorbió la figura real, un caballero fronterizo que se acomodaba a cualquier señor que requiriera sus habilidades en el campo de batalla, fuera cristiano o musulmán. El cine hizo el resto. Hoy, la sombra de Rodrigo -Sidi, Campeador- es alargada. Y a lomos de su fiel corcel Babieca, blandiendo alternativamente Tizona y Colada, nos ha legado una ruta de leyenda que nos permite seguir su rastro: La ruta del Camino del Cid.

Esta ruta, que discurre entre las provincias de Burgos y Alicante, pasa por Soria, Guadalajara, Zaragoza, Teruel, Castellón y Valencia, siguiendo las aventuras del mítico guerrero, las que le atribuyen tanto la tradición como la historiografía oficial. En Valencia y en las localidades cercanas se encuentran algunos de los mayores atractivos asociados a El Campeador.

Personajes de El Cid Campeador

Todo el mundo ha oído hablar del Quijote. La imagen del personaje de ficción está presente en todo México, que desde hace mucho tiempo ha adoptado la literatura y las leyendas españolas como propias. Pero cuando busqué el héroe literario para mi héroe mexicano de ficción en LA LUZ OCULTA DE LA CIUDAD DE MÉXICO, necesitaba a alguien más, ejem, exitoso que Don Quijote.

Pero me equivoqué. Sólo tuve que investigar un poco para encontrar El Cantar de Mio Cid, o El Poema del Cid, el único poema épico que se conserva de la España medieval. El poema, de forma similar al Cantar de Roldán, narra las aventuras del verdadero caudillo y noble español Rodrigo Díaz de Vivar. Se le llamaba El Cid Campeador, un título que reflejaba la estima que le tenían tanto los moros como los españoles. “El cid” derivaba del morisco al-sidi, que significa señor o dueño, mientras que “campeador” significa campeón en español.

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El Cantar de Mio Cid es una narración dramática de hazañas con una figura heroica que se enfrenta a los enemigos con su valor y su espada. Un estribillo continuo en el poema es que el Cid, con afán de lucha, nació en una época afortunada.

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Puede parecer una paradoja, pero los textos más antiguos sobre la figura de Rodrigo el Batallador son los árabes, que (en otra paradoja más) nunca se refieren a él usando el título de Sidi en las veinte obras en las que se menciona su nombre. Esto no debería sorprender.    Durante la Edad Media, la literatura de la Península Ibérica solía escribirse más a menudo en árabe que en las lenguas romances. En particular, el siglo XI es uno de los períodos más florecientes de Al- andalus, tanto en lo que respecta a la poesía como a la historia.

En cuanto al título de Sidi, hay dos razones que explican que no se utilice en los textos árabes: era un término tradicionalmente reservado a los gobernantes musulmanes y las referencias que se hacen al Cid en ellos son extremadamente negativas.

A pesar de reconocer algunas de sus grandes cualidades, para los moriscos el Batallador era un tagiya “tirano”, “maldito” la’in e incluso un kalb ala’du “perro enemigo”, y si escribieron sobre él fue por el impacto que causó la pérdida de Valencia en aquella época.

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