4
La invasión francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis , que fueron recibidos por el pueblo español como libertadores al grito de ” ¡Viva el rey absoluto!” “Y” ¡Viva la Religión y la Inquisición! “. [ 8 ]
Para entonces España sufría una epidemia de cólera , que llegó a Madrid. Se hizo creer al pueblo que los estragos de la mortandad que se producía eran efecto de un veneno activo que los frailes, conocidos por sus ideas absolutistas, habían arrojado a las fuentes, lo que desencadenó la matanza de frailes el 17 de julio de 1834 . [ 25 ] El 24 del mismo mes tuvo lugar la reunión de las cortes generales del reino, cuya apertura se celebró en medio de una suntuosa ceremonia. Rodil, Córdova y Mina fueron los que sucesivamente tomaron el mando de las tropas de las provincias; pero los resultados nunca fueron del todo favorables a la causa de los liberales, a pesar de los diferentes generales que se nombraron. [ 30 ] Para evitar los terribles actos de inhumanidad con que ambas partes beligerantes se distinguieron en las provincias del norte en materia de represalias, se redactó un tratado llamado de Eliot , que se terminó el 27 de abril de 1835 y concluyó con el ascenso al ministerio de Mendizábal y varias victorias obtenidas por las tropas isabelinas. [ 31 ] Deseando la corte de don Carlos comprobar el apoyo popular con que contaban, concibió el proyecto de enviar una expedición que recorriera todos aquellos puntos distantes del teatro de sus dominios; pero este pensamiento, llevado a la práctica, tuvo muy malos resultados para los carlistas. [ 31 ]
Guerra carlista rok
La Primera Guerra Carlista fue una guerra civil en España de 1833 a 1840, la primera de las tres guerras carlistas. Se libró entre dos facciones por la sucesión al trono y la naturaleza de la monarquía española: los conservadores y devolucionistas partidarios del hermano del difunto rey, Carlos de Borbón (o Carlos V), se conocieron como carlistas, mientras que los progresistas y centralistas partidarios de la regente, María Cristina, en representación de Isabel II de España, se llamaron liberales, cristinos o isabelinos. Algunos autores la consideran la mayor y más mortífera guerra civil de la época[1].
Además de ser una guerra de sucesión sobre la cuestión de quién era el legítimo sucesor del rey Fernando VII de España, el objetivo de los carlistas era la vuelta a la monarquía tradicional, mientras que los liberales pretendían defender la monarquía constitucional. Portugal, Francia y el Reino Unido apoyaron la regencia y enviaron fuerzas voluntarias e incluso regulares para enfrentarse al ejército carlista.
A principios del siglo XIX, la situación política en España era extremadamente problemática. Durante la Guerra de la Independencia, las Cortes de Cádiz -que sirvieron de regencia al depuesto Fernando VII- colaboraron en la Constitución española de 1812[cita requerida] Tras la guerra, cuando Fernando VII regresó a España (1814), anuló la Constitución en el Manifiesto de Valencia, y se convirtió en un rey absolutista, gobernando por decretos y restaurando la Inquisición española, abolida por José I, hermano de Napoleón I.
Primera guerra carlista
Las Guerras Carlistas fueron una serie de guerras civiles que tuvieron lugar en España durante el siglo XIX. Los contendientes luchaban por establecer su pretensión al trono, aunque también existían algunas diferencias políticas. De hecho, en varias ocasiones durante el periodo comprendido entre 1833 y 1876 los carlistas -seguidores de Don Carlos, un infante, y sus descendientes- se unieron al grito de “Dios, Patria y Rey” y lucharon por la causa de la tradición española (el legitimismo y el catolicismo) contra el liberalismo, y más tarde el republicanismo, de los gobiernos españoles de la época. Las guerras carlistas tuvieron un fuerte componente regional (región vasca, Cataluña, etc.), dado que el nuevo ordenamiento ponía en tela de juicio los ordenamientos jurídicos específicos de cada región y las costumbres mantenidas durante siglos.
Cuando el rey Fernando VII de España murió en 1833, su viuda, la reina María Cristina, se convirtió en regente en nombre de su hija la reina Isabel II. Esto dividió al país en dos facciones conocidas como los Cristinos (o Isabelinos) y los Carlistas. Los Cristinos eran los partidarios de la reina María Cristina y su gobierno, y eran el partido de los liberales. Los carlistas apoyaban al infante Carlos de España, conde de Molina, pretendiente al trono y hermano del difunto Fernando VII. Carlos negaba la validez de la Pragmática Sanción de 1830 que abolía la Ley Semisálica (él había nacido antes de 1830). Quería volver a la monarquía autocrática[1].
Cómo terminó la guerra civil española
) (1872-1876) fue la última guerra carlista en España. A menudo se la denomina Segunda Guerra Carlista, ya que la “segunda” (1847-49) había sido de pequeña escala y de consecuencias políticas casi triviales.
Durante este conflicto, las fuerzas carlistas consiguen ocupar varias poblaciones del interior de España, siendo las más importantes La Seu d’Urgell y Estella en Navarra. Isabel II se encontraba en el exilio y Amadeo I, proclamado rey en 1870, no era muy popular.
El pretendiente carlista, “Carlos VII”, nieto de “Carlos V”, trató de ganarse el apoyo de aquellas zonas con costumbres más propias de la región y leyes anteriores. Los carlistas proclamaron la restauración de los fueros catalanes, valencianos y aragoneses, abolidos a principios del siglo XVIII por Felipe V mediante los decretos reales unilaterales de Nueva Planta.
Sin embargo, el llamamiento a la rebelión realizado por los carlistas tuvo eco en Cataluña y, sobre todo, en la región vasca (Gipuzkoa, Álava, Vizcaya y Navarra), donde los carlistas consiguieron diseñar un estado temporal. Los carlistas consiguieron asediar Bilbao y San Sebastián, pero no lograron tomarlas. Tras cuatro años de guerra, el 27 de febrero de 1876, el pretendiente carlista se exilia en Francia. Ese mismo día, el rey Alfonso XII de España desembarca en Pamplona.