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César Manrique es el referente del arte canario moderno. Hombre de mundo, fue, sin duda, su isla natal, Lanzarote, la que más influyó en su forma de interpretar el arte y el lugar donde dejó su mayor huella.

Pionero del ecologismo, su extraordinaria perspectiva de la relación entre el hombre y la naturaleza impregna la gran mayoría de su obra. Por todo el archipiélago, vemos cómo su arte es un homenaje a Canarias y a su tierra natal. Pequeños rincones que hablan por sí mismos y que se pueden visitar para conectar profundamente con el entorno.

La obra artística de César Manrique siguió las tendencias de su tiempo, pero sus piezas en el territorio canario destacan por explorar nuevas prácticas. En todas ellas, Manrique busca un diálogo de integración tremendamente respetuoso con el entorno natural. Miradores, jardines, obras en la costa, centros culturales… La lista es interminable y destaca por su originalidad y perdurable modernidad. La obra de Manrique puede admirarse en Lanzarote, especialmente, pero también en Fuerteventura, Tenerife, La Gomera y El Hierro.

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César Manrique Cabrera (24 de abril de 1919 – 25 de septiembre de 1992)[1] fue un artista, escultor, arquitecto y activista de la naturaleza español de Lanzarote.

Manrique nació en Arrecife, Lanzarote, una de las Islas Canarias. Su padre, Gumersindo Manrique, originario de Fuerteventura, construyó la casa familiar en Caleta de Famara. El propio Manrique dijo en una ocasión que esta casa y su entorno le habían impresionado mucho[1] Luchó en la Guerra Civil española como voluntario en la unidad de artillería del bando franquista. Asistió a la Universidad de La Laguna para estudiar arquitectura, pero después de dos años abandonó sus estudios.

Se trasladó a Madrid en 1945 y recibió una beca para la Escuela de Arte de San Fernando, donde se graduó como profesor de arte y pintura. Entre 1964 y 1966 vivió en Nueva York, donde una beca de Nelson Rockefeller le permitió alquilar su propio estudio. En Nueva York pintó numerosas obras, que fueron expuestas en la prestigiosa galería “Catherine Viviano”[1].

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Todas las viviendas de Lanzarote tienen una o dos plantas, y los hoteles pueden tener un par de plantas más. La madurez de la isla se debe en parte a César Manrique, que fomentó que todos los edificios fueran blancos, con ventanas verdes (o de madera barnizada), y azules si están orientados al mar.

César Manrique Cabrera procedía de una típica familia de clase media, pero tuvo una vida menos que típica. Nacido en 1919, no fue hasta 1934 cuando Manrique se enamoró realmente de Lanzarote, cuando su padre compró un terreno en Caleta de Famara y construyó una casa junto al océano. La casa dejó una impresión considerable y visible en César Manrique que duró toda su vida.

Durante la Guerra Civil española, Manrique luchó como voluntario en el bando franquista. Fue testigo de una violencia tan feroz que se negó a hablar de ello después. Regresó a Arrecife después de la guerra, en 1939.

Tras la Guerra Civil, Manrique intentó estudiar Arquitectura Técnica en la Universidad de La Laguna. Lo abandonó al cabo de dos años. Se graduó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, tras una beca, como profesor de arte y pintor.

Qué ver y hacer en la isla de Lanzarote

Ver Lanzarote a través de los ojos de César Manrique es una experiencia única. La casa del artista es ahora un museo y un centro cultural donde su indiscutible sello de integración de arte y naturaleza está presente en cada rincón. La Fundación se ubica en la que fue la residencia personal de César Manrique. Se levanta en un terreno muy peculiar y original de cinco burbujas volcánicas. Aprovechando las burbujas creó cinco habitaciones diferentes y en su interior una piscina de diseño idéntico a la de Los Jameos del Agua, pero más pequeña.Espacios circulares que dejan pasar la luz a través de misteriosas aberturas, vida vegetal que crece inexplicablemente desde una superficie negra, suelos y paredes blancas y brillantes, y el agua, como protagonista… todos ellos símbolos de distinción presentes en la mayoría de sus obras. En el piso superior, lo que en su día fueron dependencias domésticas, es el museo donde se puede ver la obra de Manrique, y otras obras de su colección privada de artistas como Picasso, Miró, Chillida, Guerrero, Chirino, Sempere , etc.

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