¿Donde se practica el salafismo?

Qutbismo

El movimiento salafista, también llamado movimiento salafista, salafiyyah y salafismo, es una rama reformista[1] del islam suní[2][3][4] El nombre deriva de la defensa de un retorno a las tradiciones de los “piadosos predecesores” (salaf), las tres primeras generaciones de musulmanes que se cree que ejemplifican la forma pura del islam. Esas generaciones incluyen al profeta islámico Mahoma y a los compañeros a los que él mismo enseñó (los sahabas), a sus sucesores (los tabi’un) y a los sucesores de los sucesores (los tabi’in). En la práctica, los salafíes sostienen que los musulmanes deben basarse en el Corán, la Sunnah y la ‘Ijma (consenso) de los salaf, dándoles prioridad sobre las interpretaciones religiosas posteriores[5]. El movimiento pretendía renovar la vida de los musulmanes y ejerció una gran influencia en muchos pensadores y movimientos musulmanes de todo el mundo islámico[6]. Desde sus inicios, el salafismo ha ido evolucionando gracias a los esfuerzos de numerosos reformadores islámicos, cuyas actividades se extendieron por diversas regiones[7].

Bedeutung salafista

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El salafismo se asocia con los enfoques escriturales del islam, dando importancia al Corán, al hadiz y a la consecución de la tazkiya (autopurificación) mediante la imitación del profeta Mahoma y de los salaf (las primeras generaciones de musulmanes). El sufismo se asocia con la rectificación del alma (Tasawwuf) y se centra principalmente en convertirse en un mejor musulmán para alcanzar un estatus superior en el paraíso imitando a los santos islámicos (Awliyaa) y a los líderes piadosos[4] Tanto el sufismo como el salafismo no son intrínsecamente políticos. Sin embargo, a diferencia del sufismo, el salafismo puede ser una poderosa base para la movilización social contra los agravios, como el colonialismo, la corrupción, la desigualdad económica, la privación de derechos políticos y otras formas de injusticia. La autoridad moral sufí también se ha utilizado para la movilización social de base, incluida la instigación de rebeliones e insurgencias. Algunos sufíes y salafíes pueden cooperar en compromisos compartidos con la democracia, la justicia social, la tolerancia y la no violencia. Otros también pueden cooperar juntos en causas islamistas[5].

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Salafismo

Tras el atentado contra el avión ruso en el Sinaí y los atentados de París, el autoproclamado Estado Islámico (también conocido como ISIS) parece empeñado en enfrentarse a Occidente. Las declaraciones, los mensajes en las redes sociales y los vídeos del grupo parecen ofrecer una avalancha de información coincidente.

Sin embargo, se ha perdido en la marea de información el examen de la ideología religiosa precisa del ISIS y cómo ésta informa la estrategia del grupo. Algunos han llegado a poner en duda el valor de tales investigaciones. “No debería haber una ‘comprensión más profunda’ de los terroristas del ISIS”, escribió el filósofo marxista esloveno Slavoj Zizek el 16 de noviembre, en respuesta a los atentados de París, que describió como “reacciones a las brutales intervenciones europeas”. Escribiendo en el Wall Street Journal tras los atentados de Charlie Hebdo en Francia a principios de este año, la activista y escritora Ayaan Hirsi Ali escribió igualmente que “los islamistas de hoy se mueven por una ideología política”.

Pero la relación entre la estrategia del grupo, la política y la ideología religiosa es compleja, y entenderla es el primer paso para enfrentarla. Parte de la aparente confusión es que el salafismo -la ideología a la que se adhiere el ISIS- es intrínsecamente apolítico. De hecho, durante gran parte de su historia en el siglo XX, los principales salafistas criticaron a los grupos políticos, en particular a los Hermanos Musulmanes, por estar distraídos por las preocupaciones modernas y no centrarse lo suficiente en lo que los salafistas consideraban la “purificación” del credo. Sólo después de la Primavera Árabe algunos salafistas comenzaron a moverse en la dirección opuesta.

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Innovación en el islam

El uso moderno del término salafismo es ambiguo y confuso. Esta ambigüedad se pone de manifiesto cuando muchos salafistas no tienen del todo claro lo que implica el salafismo, asumiendo que es simplemente seguir el Corán y la Sunna, una definición problemática ya que implica que otros musulmanes no lo hacen. Además, debido a la ambigüedad del término, el salafismo, en su iteración más amplia, es reclamado por todos los musulmanes, en el sentido de que el ideal islámico universal es imitar al Profeta y a la primera comunidad musulmana piadosa (al-salaf al-salih). Dado que el propio término salafismo connota autenticidad y legitimidad, todo musulmán es salafista, ya que está obligado a seguir al Profeta y a sus Compañeros en la práctica del Islam. Por ello, los musulmanes no salafistas rechazan hoy en día la reivindicación exclusivista del término por parte de los salafistas, argumentando que otros musulmanes también pueden reclamar el término, ya que los no salafistas también son seguidores del al-salaf al-salih.

Mientras que los propios salafíes no han conseguido dar una definición universalmente aceptada del término “salafismo”, los estudiosos y observadores también se han esforzado por delimitar lo que significa el término, por lo que la cuestión fundamental de quién o qué grupo se califica de salafí sigue siendo objeto de disputa. En los últimos años, y especialmente tras el incidente del 11-S, el estudio del salafismo ha atraído mucha atención[1] y muchas personas, no todas ellas eruditas, comenzaron a investigar y escribir sobre el salafismo moderno. Es justo argumentar que los escritores y los medios de comunicación occidentales no han proporcionado una descripción y un análisis precisos del salafismo, mientras que algunos escritos sobre el salafismo se han basado en meras suposiciones. A pesar de las conclusiones en contra, el salafismo no es ajeno al Islam ni una desviación de la religión. El salafismo no es más que una de las muchas manifestaciones del Islam, como el sufismo y los diferentes movimientos dentro de la tradición musulmana suní o chií más amplia.

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