Continúa Enrique 1971
LegislaturaCortes de CastillaÉpoca históricaÉpoca de la Ilustración- Muerte de Carlos II 1 de noviembre de 1700- Guerra de Sucesión Española 1700-1715- Guerra de Sucesión Austriaca 1740-1748- Guerra de los Siete Años 1756-1763- Guerra Peninsular 1807-1814- Cortes de Cádiz 24 de septiembre de 1808
El Reino de España entró en una nueva era con el fallecimiento de Carlos II, el último monarca Habsburgo español, que murió sin hijos en 1700. La Guerra de Sucesión Española se libró entre los partidarios de un príncipe Borbón, Felipe de Anjou, y un pretendiente Habsburgo austriaco. Con la victoria borbónica, el gobierno de Felipe V comenzó en 1715. España entró en un periodo de reforma y renovación, así como de continua decadencia. Las ideas del Siglo de las Luces entraron en España y en la América española durante el siglo XVIII. La invasión de la Península Ibérica por parte de Napoleón Bonaparte en 1807-1808 puso patas arriba los acuerdos políticos del Imperio Español y del Imperio Portugués. En la historiografía española, el siglo XVIII suele denominarse España borbónica, pero los Borbones españoles siguieron reinando desde 1814 hasta 1868 (tras la restauración de Fernando VII), desde 1874 hasta 1931 y desde 1975 hasta la actualidad.
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La España de finales del siglo XVIII no era un lugar feliz. El país, que había pasado los últimos 200 años expulsando a todos los judíos y moros, gestionando mal sus colonias sudamericanas y participando en una serie de dudosos compromisos militares, se encontraba ahora en medio de una terrible depresión económica. Para colmo de males, una sequía en todo el país hacía que los alimentos escasearan, la gente se alarmaba, el pueblo no estaba contento. En este escenario entra un hombre que se convertiría en un pararrayos de la frustración pública y que, en el proceso, estuvo a punto de causar una revolución en todo el país a través de una improbable legislación sartorial equivocada.
Su nombre era Esquilache, antiguo gobernador de Nápoles y amigo íntimo del rey español Carlos III, Esquilache es traído a España para ser ministro del Interior con consecuencias desastrosas para todas las partes implicadas. En una época de pánico nacional por el aumento del precio de los alimentos comunes como el pan, los huevos y los embutidos, Esquilache se gana primero la atención del público por las extravagantes fiestas que organiza con una frecuencia que parece alarmante, fiestas que rápidamente se hacen famosas por su libertinaje y sus lujosos excesos. Esta percepción se ve exacerbada por el hecho de que Esquilache ni siquiera es español, sino un extranjero que vive de la beneficencia de la corona española, que a su vez se mantiene con el sudor del pueblo llano. Sin embargo, años de autócratas despilfarradores, gobernantes ineptos, funcionarios venales y sinecuras aristocráticas habían acostumbrado en cierta medida a la población a los excesos de la élite. Puede que el ojo no esté completamente ciego, pero se ha vuelto. El público puede tolerar a regañadientes la negligencia aristocrática, incluso el despotismo, pero Esquilache cruza una línea que nadie esperaba que existiera.
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Carlos III también promovió cambios sociales. Entre ellos podemos mencionar la idea de que todos los oficios fuesen declarados honorables lo que intentaba involucrar a los nobles en diferentes trabajos, los jesuitas fueron expulsados de España ya que estaban en contra de las reformas ilustradas.
Se prohibió la vestimenta tradicional, como las capas largas y los sombreros de ala ancha, ya que hacían imposible la detención de los delincuentes. Esta decisión provocó los disturbios de Esquilache en 1766, en protesta por el decreto y por el aumento del precio del pan. Los disturbios terminaron, pero los jesuitas fueron culpados por los disturbios y fueron expulsados de España en 1667.
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Durante el siglo XVIII, la población de Europa aumentó de forma constante. Esto se debió a la mejora de la nutrición y la higiene, la reducción del número de epidemias y los avances científicos. Todos estos factores redujeron la mortalidad.
En España, este periodo supuso el inicio de una tendencia demográfica que continúa en la actualidad: mayor densidad de población en la periferia de la Península Ibérica y menor densidad de población en el interior -con la excepción de Madrid-.
La gente no siempre aceptó las reformas porque quería proteger sus tradiciones. En algunos casos, hubo protestas populares, como los disturbios de Esquilache. Esquilache era uno de los ministros de Carlos III. Quería prohibir las tradicionales capas largas y los sombreros de ala ancha. Al final, Carlos III tuvo que aceptar las exigencias de los alborotadores.
Los Borbones también adoptaron medidas relacionadas con otros grupos sociales. En 1767 los jesuitas fueron expulsados de España para eliminar su influencia en la educación. Otras medidas pretendían controlar a los grupos sociales marginados, como los gitanos y los vagabundos.